Por: Alma Gabriela Salas Godínez

Estado de México, a 3 de marzo del 2020.


Espero que te encuentres infinita, que la vida sea buena contigo. Sólo nos hemos visto una vez en la vida, pero me gustaría contarte cómo llegué a ese breve momento.

Me siento muy emocionada al escribirte esta carta –no sé a quién se le ocurrió esta maravillosa idea–, pues realmente disfruto la actividad epistolar. Perdón si utilizo una palabra un tanto arcaica, es sólo que atesoro el quehacer de la correspondencia, uno de los regalos más bellos que me han dado. Solía escribir cartas dirigidas, principalmente, a mis amigas, mujeres muy significativas en el andar de los días. En especial, recuerdo las cartas que me daba la primera mujer a la que amé.

El motivo de mi escritura se da en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, #8M2020, que ha tomado una fuerza impresionante, pues nos ha unido la emergencia en la que nos encontramos, la lucha de las mujeres por la defensa de la vida.

No sé si hablaré de ti o de mí, o de ambas de forma alternada hasta llegar al día en que tus ojos me dedicaron una mirada.

Crecí en un lugar sin privilegio alguno, ni siquiera tenía los servicios básicos. Cuando tenía 5 años (1990), llegamos a una colonia popular que apenas se fundaba en el Estado de México. La escuela ni siquiera estaba construida. Fue difícil y tardé bastante en llegar al nivel superior de estudios en una escuela pública, pero no puedo negar que ahí fue.

Estudié Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras; naturalmente, casi el 90% de docentes que me dieron clase fueron mujeres. El otro 10%, quizá menos, varones a los que no es necesario mencionar; en serio, no vale la pena.

Alma Gabriela

El Movimiento Feminista estaba atizado, en pleno auge. Era lo que muchas, incluso, ya denominaban la Cuarta Ola.

El Feminismo llegó a mí en la lectura de un libro que va de la educación de las mujeres en la historia.

Me sirvió para hacer mía la palabra Lesbiana y comprender su maravilloso sonido.

Creí que jamás sería para mí, que sólo vería a lo lejos. No me alcanzaba con mi libertad.

Un profundo miedo de jamás alcanzarlas.

Seguir tus huellas, no alcanzarte, descubrirte, imaginarte entre los mismos pasillos por los que caminamos alguna vez. Me pregunto qué música escuchabas, qué leías, a quién le escribías… Me pregunto sobre tus charlas; si disfrutabas, como yo, el ambiente húmedo en días de lluvia –mezclado entre notas de café y de petricor–, o las nubes que formaban excepcionales acuarelas que chocaban con la Biblioteca Central. Aunque ese no es mi lugar favorito en el campus, es un jardín al que le pusieron rejas, pero esa es otra historia.

La resistencia ha esparcido semillas aquí y allá. Desde hace muchos años,
las Lesbianas han respaldado la lucha Feminista, que, como bien has dicho, sin el Lesbianismo, el Feminismo estaría ciego. Sin embargo, se omite una parte fundamental: a veces son tan obvias las formas en que nos borran del Movimiento Feminista.

Hubo eventos importantes en los últimos dos años, pero fui incapaz de
asistir a ellos, por lo que no pude conocerte y ver el brillo de tus ojos.

Recuerdo la exposición del 2018 del “Archivo Histórico del Movimiento de
Lesbianas Feministas 1976-2018”, que se llevó a cabo en la galería José María Velasco, ubicada en Tepito. Fui días después de su inauguración, por eso no pude conocerte en ese momento.

Luego, tuve la dicha de asistir al “Tercer Encuentro de Arte Lésbico entre Musas 2019” (también tuve la oportunidad de estar en el primer encuentro, al que me invito Mar). Fui la lesbiana más feliz y pensé que te conocería ahí, pero, una vez más, no fue así. Me encontré con otras Lesbofeministas maravillosas, algunas escritoras, otras poetisas, dentistas, psicólogas, actrices, batukeras, músicas, historiadoras, cocineras; algunas de ellas también, casualmente, formadas académicamente en la UNAM.

Siguiendo la genealogía Lesbofeminista, me he encontrado, he cambiado de piel y cómo me habito. No puedo más que agradecerte.

Y me alegra. Siento que las genealogías hacen un vínculo tan fuerte y radical, que, aún con nulas posibilidades de hacerlo, pude alcanzarlas en el camino de lucha.

Con anticipación, Ana Bertha me invitó por evento de Facebook a la presentación del “Archivo Histórico de Lesbianas Feministas 1976-2020”. Fue un miércoles 9 de octubre del 2019 en la Cámara de Diputados – H. Congreso de la Unión.

Sentí mucha emoción. Se me hizo tarde, lo cual fue horrible para mí, pero
no desistí, logré llegar y ser parte de ese momento.

Fue entonces cuando te conocí. Es y ha sido un placer encontrarte. Lo único que atiné a decir fue: “Gracias por abrir camino, por nombrarme, por tu legado en la resistencia. Has sido una gran influencia en mi postura Lesbofeminista”.

Parte de lo que he aprendido y en lo que creo firmemente es el amor entre
mujeres y la construcción de espacios.

Por la resistencia radical, por y para nosotras, hay muchos motivos para
seguir luchando este 8M, siendo visibles como Lesbofeministas. Espero con ansia la marcha Lésbica en Guadalajara del 2020.

Sólo deseo más escritura para las mujeres, más besos, más amor entre
mujeres.

Con Amor,
Alma Gabriela

P.D. Las Lesbianas existen porque resisten en la UNAM y en todos los lugares.

*Yan María Yaoyólotl Castro (México, 1952) activista Lesbofeminista, artista, pintora, gestora y curadora de arte. Fue cofundadora de los grupos Lesbos (1977) y Oikabeth (1978), los cuales se pueden considerar como base del Movimiento Feminista-Lésbico en México. Estudió Filosofía en la UNAM y se especializó en Estética y Política (1973-1980).

Concurso ‘La huella feminista en la Universidad’ 2020

Cartas a mujeres de la UNAM que influyeron en tu postura feminista .

Organizado por la Facultad de Ingeniería de la UNAM, a través del Palacio de Minería.

Ceremonia de premiación Marzo, 2021

https://www.facebook.com/425786744144624/videos/1653042858226367

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