Nosotras, las no humanas, las Otras, rebeldes de nacimiento, las paridas sin permiso, las que llegamos a este mundo a irrumpir y amenazamos las formas de vida que fueron impuestas. Las que no entendemos por qué, pero sabemos que es mejor vivir sigilosas, discretas, calmadas. Nosotras las incompletas, las que llegamos equivocadas, las subdesarrolladas porque nuestro cuerpo no se terminó de formar, las desequilibradas, las locas, las envidiosas, las vencidas, las que nunca contarán la historia. Las hijas de Eva y Lilith, pecadoras, subversivas, incitadoras, desobedientes, bestias, demoniacas, expulsadas, derrocadas.

Somos éstas, las mismas que damos vida, las que florecen, las que aman, las que cuidan, las que alimentan, las que buscan, las que crean, las que lloran, las que sangran y no mueren. Las brujas, las que tienen que ser amagadas para no desatar su poder, las que hemos sido olvidadas, silenciadas, contenidas, violentadas.

Somos a las que nos rompieron el cuerpo, a las que nos callaron, a las que nos mutilaron y nos aventaron al suelo, embolsadas, desnudas, golpeadas, drogadas. Somos las obreras de la maquila, a las que nos encerraron y nos asfixiaron. Somos las madres pobres, a las que nos robaron a nuestras crías para volverles soldados; los mismos soldados que empuñaron el arma que nos mató.

Somos las niñas que no pudieron volver a casa, las criadas que limpiaron la cama en donde perdieron la dignidad, las indias encerradas por no saber pedir justicia en la lengua que nos condena, las insurgentes que defendieron el pueblo y recibieron el exilio como respuesta, las madres que no dejan de cavar para encontrar los cuerpos de su gente, las que gritaron justicia hasta su último aliento.

Somos esas campesinas que se sacan cayos en las manos para recibir dos pesos. Somos las incubadoras, las que existen para procrear a costa de lo que sea. Las que no tienen derecho a estudiar, las que no deben salir a trabajar, la profesora golpeada por su marido porque el cobarde teme al conocimiento de la mujer, las que fuimos lienzo de un mensaje escrito sobre nosotras para anunciar que no podemos existir libres, las que ya no tienen voz.

Pero resistimos en todas las que luchan, en nuestras ancestras, en nuestras hijas, en nuestras hermanas. Somos las sobrevivientes de este sistema que nos oprime de muchas formas, que nos obliga a encerrarnos, a apagarnos, a difuminarnos en el dolor, a desaparecer, a vivir en las sombras con el único propósito de servir al amo, y un día, nos haremos justicia.

 

*Laura Morales Lecona, es licenciada en psicología social y maestra en educación para la ciudadanía, actualmente, estudiante del doctorado en Estudios e Intervención Feministas. Feminista, activista y educadora menstrual, Cofundadora de Mujeres Madeni A.C y de la Red de Educación Menstrual.

 

 

Este texto se publicó en la Tribuna de Querétaro y se reproduce con la autorización de la autora.

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